El quinto trabajo de Heracles consistió en limpiar en un día los sucios establos del rey Augías. Euristeo se imaginaba alegremente el asco que sentiría Heracles al tener que cargar el estiércol en cestos y llevarlos lejos de allí en hombros.
Heracles saludó a Augías desde lejos y se comprometió a limpiar los establos antes del anochecer, a cambio de la décima parte del ganado. Augías rió incrédulamente y llamó a Fileo, su hijo mayor, para que fuese testigo del ofrecimiento de Heracles. «Jura que realizarás el trabajo antes del anochecer», exigió Fileo. El juramento que hizo Heracles en nombre de su padre fue el primero y el último que hizo durante toda su vida. Augías juró también que cumpliría su parte del trato.
Por consejo del eleo Menedemo y con la ayuda de Yolao, Heracles primeramente abrió la pared de los establos en dos lugares y luego desvió los ríos vecinos Alfeo y Penco, o Menio, de modo que sus aguas corrieron a través de los establos, los limpiaron y luego limpiaron también los rediles y los pastos del valle. Así Heracles realizó este trabajo en un solo día, saneando el territorio y sin siquiera mancharse el dedo meñique. Pero Augías, al enterarse por Copreo de que Heracles había limpiado los establos por orden de Euristeo, se negó a pagarle la recompensa y hasta se atrevió a negar que Heracles había cerrado un trato.
Heracles sugirió que se sometiese el caso a un arbitraje, pero cuando los jueces ocuparon sus asientos y Fileo, citado por Heracles, testimonió la verdad, Augías se levantó irritado y los expulsó a ambos de Elide afirmando que le había engañado Heracles, pues los dioses fluviales, y no él, habían hecho el trabajo. Para empeorar las cosas, Euristeo no quiso contar este trabajo como uno de los doce, porque Heracles había estado a sueldo de Augías.
Información: Augías, rey de Elide, era en manadas y rebaños el hombre más rico de la tierra, pues, por designio divino, los suyos eran inmunes a todas las enfermedades e inimitablemente fértiles, y además no malparían jamás. Aunque en casi todos los casos producían hembras, Augías contaba, no obstante, con trescientos toros negros con patas blancas y doscientos toros sementales rojos; además con doce magníficos toros plateados consagrados a su padre Helio. Estos doce defendían a sus rebaños contra las fieras que merodeaban por allí, provenientes de las colinas boscosas.
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Resumen realizado en base al libro: Mitos griegos II, Robert Graves con fines didácticos.
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