Poseidón también le disputó Trecén a Atenea, y en esta ocasión Zeus ordenó que la ciudad fuese compartida igualmente por ambos, arreglo desagradable para los dos. Luego trató sin éxito de reclamar Egina a Zeus, y Naxos a Dioniso; y cuando disputó Corinto con Helio recibió solamente el Istmo, en tanto que a Helio se le concedió la acrópolis. Furioso, trató de arrebatar Argólide a Hera, y otra vez estaba dispuesto a pelear, negándose a comparecer ante los olímpicos, quienes, según él, tenían prejuicios en su contra. Por consiguiente, Zeus remitió el asunto a los dioses fluviales Inaco, Cefiso y Asterión, quienes sentenciaron en favor de Hera. Como le habían prohibido que se vengara con una inundación como anteriormente, hizo exactamente lo opuesto: secó los ríos de sus jueces de modo que ya no fluyen jamás en verano. Sin embargo, en atención a Amimone, una de las Danaides, angustiada con aquella sequía, hizo que el río argivo Lerna fluyese perpetuamente. Se jacta
"Mitología es la religión del otro"